Durante siglos nos sobró credulidad, pero ahora nos falta fe. Una fe firme en el ser humano, en su incondicional dignidad, en valores sólidos sobre los que asentar una justicia y una solidaridad igualitarias y libres que nos aglutinen como sociedad. Esta civilización occidental nuestra, de presunta raíz cristiana, tan llena de conocimientos, tan rebosante de ciencia y tecnología ha descuidado lo más elemental para la convivencia y aun para nuestra común supervivencia; ha descuidado la fe en la dignidad humana. La descuidó a lo largo de los siglos en
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