La teología de los dos últimos siglos ha dejado de presentar una imagen de Dios caracterizada por un fuerte componente de proyección psicológica. Como señalaba el filósofo del lenguaje Ludwing Wittgensteisn: «La forma en que empleas la palabra “Dios” no muestra en quién piensas, sino lo que piensas». Hablar de Dios, al no formar parte de las coordenadas espaciotemporales, comporta una gran dosis de subjetividad y de proyección. El propio término ha sido sustituido por otras expresiones más acordes con la comprensión actual de las cosas. Se habla del
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