MISERICORDIA Tu vaciamiento es mi plenitud. Tu «hágase tu voluntad» es mi equilibrio. No soy yo. Nunca se trató de mí. Tu Gólgota fue mi domingo de resurrección. Tu amor me redimió. En mi debilidad bastó tu gracia. Por eso, mientras me sigas mirando con ojos de misericordia, afirmaré el rostro e iré contigo a Jerusalén, aunque no entienda muy bien las cosas. Iré hasta el Getsemaní contigo, aunque me quede dormida. Te seguiré hasta el pretorio aunque al cantar el gallo me lamente. Mientras me mires con ojos de
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