El Evangelio en lunfardo: Lope de Boedo[1], un poeta del arrabal porteño[2].
Recopilado por Lupa Protestante
Sobre el lunfardo, argot propio del Río de la Plata, dice el especialista Dr. Oscar Conde, “La palabra lunfardo es una palabra derivada del romanesco lombardo, una palabra del habla romana, que quería decir “ladrón”. Esto tiene que ver con una larga tradición europea, más que italiana solamente. Según esta tradición, como los lombardos fueron los primeros tipos que se convirtieron en banqueros y, por lo tanto, en prestamistas, a los ojos del resto de la sociedad eran considerados estafadores, ladrones; de ahí que en el siglo XIX en Roma corriera la palabra con el sentido de ladrón” y continúa: “Podríamos decir que el lunfardo se forma entre 1870 y 1880, cuando empiezan a llegar las primeras tandas de inmigrantes europeos, específicamente de italianos. En la primera etapa, el lunfardo contiene aproximadamente un 50 por ciento de palabras del italiano estándar, lo que sería el toscano o el genovés. Son las dos lenguas que más le aportan al lunfardo los primeros 30 años de existencia. En otros casos hay toda una adecuación a la fonética del hablante del español del Río de la Plata. Y hay, además, un sustrato previo, un vocabulario popular previo, compuesto por palabras que no provenían del italiano, sino que eran tomadas del habla popular, o del habla de los esclavos africanos, brasileñismos, o palabras del ámbito rural, posiblemente españolas en un origen pero que después pasaron por el Martín Fierro y por toda la literatura gauchesca. De alguna manera, el lunfardo fue conformando una síntesis lingüística, una memoria viva de la historia de la Argentina, que da cuenta de los distintos grupos sociales que han ido dando forma a nuestro país y que nos recuerda a cada instante quiénes somos y de dónde venimos. Este es el único vocabulario popular del mundo formado originariamente y en un alto porcentaje por términos inmigrados, traídos por inmigrantes europeos, especialmente italianos y españoles, pero no deben olvidarse las sucesivas migraciones internas hacia la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, que tuvieron lugar en la Argentina en particular durante la primera mitad del siglo XX. Así es como el lunfardo recibió el aporte de lenguas aborígenes, como los quichuismos pucho —colilla—, cache —de mal gusto—, o cancha —habilidad—, o tomadas del guaraní, como matete —desorden—, o del araucano, pilcha —ropa—”[3].
Si bien el lunfardo está comúnmente asociado al tango, aquí ofrecemos a nuestros lectores algunos sonetos del autor Otero Pizarro cuya temática es evangélica, en tanto referida a contenido de los evangelios, en la certeza de que el arte es un potente medio de comunicación y de que no hay fronteras lingüísticas a la hora de decir la espiritualidad, la religión o el misterio, incluso cuando Lupa es una publicación leída a lo largo y ancho de todo el mundo.
Dos ladrones
Hay tres cruces y tres crucificados.
En la más alta, al diome, el Nazareno.
En la de un güin lloraba el grata bueno
mangándole el perdón de sus pecados.
Escracho torvo, dientes apretados,
mascaba el otro lunfa el duro freno
del odio y gargajeaba su veneno
con el estrilo de los rejugados.
¿No sos hijo de Dios? ¡Dale salvate!
¿Sos el rey de los moishes? ¡Descolgate!
¿Por qué no te bajás? ¡Andá, che, guiso!…
Jesús ni se mosqueó. Minga de bola…
Y le dijo al buen chorro: estate piola,
que hoy zarparás conmigo al Paraíso.
Multiplicación
Cinco panes, dos peces. Solo eso.
Un bullón de ranera mishiadura
para esa mersa de jotraba, dura,
que iba al atorro sin pelar ni un hueso.
Escracho noble, grilo sin un peso,
el lungo –que era el trompa– en su ternura
partió las pocas migas con la pura
fraternidad del que no tiene un queso.
Se oyó un sereno y manso ¡tenga mano!…
Y el Ñorse con su porte altamirano,
sencillamente, así, sin banderola,
como quien anda al bardo o no hace nada,
les fabricó marrocos a carrada
y más pescados que la Campañola…
Y uno más, que yo no conocía:
La pecadora arrepentida
Entre el mueble y el yiro en el trocén
fue quemando la vida como un faso.
La tasuer, descolada en el frasco.
«Amó mucho» y no fue más que un beguén.
Como nerca de clande siguió el tren.
Del escabio apuró el amargo vaso.
Le hablaron del Troesma y fue a su paso.
El fato sucedió en Jerusalén.
La naifa de alquiler, de cabarote,
sintió en el bobo el misterioso brote
de una nueva emoción, tierna y bendita.
Redención a la gurda, clara y neta,
sin el crepe falopa de Griseta
ni la angustia en percal de Milonguita.
Breve vocabulario:
A la gurda: sensación excelente, importante, conmovedora
Beguen: capricho amoroso de un hombre – mantenida
Bobo: corazón
Cabarote: cabaret de muy baja categoría
Campañola: Campagnola (pronunciada “campañola”) es una empresa que se afinca en buenos aires en 1912, elaboradora y comercializadora de conservas de pescado.
Clande: apócope de clandestino (prostíbulo clandestino)
Crepe: muerte
Escabio: cualquier bebida alcohólica de baja calidad
Falopa: cualquier tipo de droga
Faso: cigarro, pucho
Fato: hecho, episodio
Mueble: casa-hotel para citas amorosas – albergue transitorio
Naifa de alquiler: jovencita que practica la prostitución
Nerca: carne al revés
Percal: tela de algodón con la que hacían sus vestidos las muchachas humildes
Tasuer: suerte al revés
Troesma: maestro al revés, Jesús de Nazareth
Yiro en el trocen: calles por donde las prostitutas tratan de captar a sus clientes
“Otero Pizarro alude en el final de su Soneto a dos personajes femeninos de sendos
tangos (Griseta y Estercita, conocida en el ambiente nochero como Milonguita) que tuvieron gran éxito en la década del Veinte y que en ambas historias encontraron parecido y desgraciado final, ése que —según el poema— a María Magdalena le fue evitado por la aparición en su vida de aquel Jesús de Nazareth que la cautivó con su prédica, su carisma y su mensaje de infinita bondad, cuyos destinatarios eran sobre todo los desheredados”[4].
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[1] Leemos en el blog “mosaicos porteños”: “Enrique Otero Pizarro fue abogado, juez, educador, ministro y, por si todo esto fuese poco, fue también pintor, poeta y boxeador.
Su obra literaria no es abundante. Escribió cuentos, teatro y poesía. En Buenos Aires, en 1967, se estrenó su drama “El proceso de Don Juan”. Enrique Otero Pizarro, que había nacido en Córdoba en 1915, fue un hábil sonetista, como lo demostró, por ejemplo, al parafrasear a Lope de Vega, o al abordar temas tan especialmente delicados y hondos como el de ciertos pasajes bíblicos que se refieren a Jesucristo, cuya desacralización no resulta en modo alguno irreverente; aunque sí grotesca por la conjunción de gracia y patetismo que alcanza. Acostumbraba a firmar sus sonetos, los que dejara inéditos, con el seudónimo de “Lope de Boedo”.”(https://mosaicosportenos.blogspot.com/)
[2] Lupa Protestante agradece al Dr. Oscar Conde por su predisposición y asesoramiento para esta presentación.
[3] Entrevista a Oscar Conde enhttps://www.pagina12.com.ar/105340-el-lunfardo-es-un-fenomeno-linguistico-unico
[4] El vocabulario y el último comentario pertenecen al Blog: https://futbolfierrosytango.wordpress.com/2019/04/11/un-soneto-lunfardo-para-maria-magdalena/