Posted On mayo 20, 2014By José Pablo ChacónIn Biblia
“Gusano soy y no hombre” (Salmo 22:6) afirma el escritor del salterio con voz desgarrada y herida. Y no es el único, lo acompañan millones de voces humanas en una añeja sinfonía cuyo leit motiv, recurrente y oscuro, toma a Job por el cuello y lo obliga a proferir con rudeza: “¿Cómo puede el hombre
declararse inocente ante Dios?
¿Cómo puede alegar pureza
quien ha nacido de mujer? Si a sus ojos no tiene brillo la luna,
ni son puras las estrellas, mucho menos el hombre, simple gusano; ¡mucho menos el hombre, miserable lombriz!”
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