Un Dios incomprendido: reacciones a la teología de la liberación en realidades opuestas. El caso de Cuba y Puerto Rico (1964-1975)
Primera entrega
Resumen:
La irrupción de la teología de la liberación se constituyó en un momento coyuntural tanto en el quehacer teológico como en la praxis del cristianismo católico y protestante. Con esta nueva perspectiva sobre el obrar de la deidad en la realidad humana, se hacía una ruptura significativa con las interpretaciones (o teologías) tradicionales que separaban la dimensión divina o ultramundo, de la terrenal, social y política. Como sabemos, con el desarrollo de esta teología, se planteaba que Dios ya no era un ser distante, sino que se insertaba efectivamente en las luchas que experimentaba el pueblo abusado y oprimido. Con la reflexión que los teólogos y teólogas latinoamericanas elaboraban, se ponía sobre la mesa que el mensaje central del cristianismo no era otra cosa que la muerte de la idea sobre el Dios del “más allá.” Al ser la teología de la liberación un pensamiento que nacía de un contexto socioeconómico latinoamericano precario, fortaleció teóricamente la militancia y activismo de pastores, seminaristas, sacerdotes, monjas y laicos, validando la inserción político-liberadora como expresión cónsona y natural de esa nueva visión que abrazaban.
Como también conocemos, las reacciones antagónicas a esta teología no se hicieron esperar, pues tanto la oficialidad de las instituciones cristianas como las del Estado, aplicaron medidas represivas contra los proponentes de esta espiritualidad social, gestionando medidas persecutorias que iban desde las expulsiones a clérigos y pastores de estas organizaciones, su alienación ministerial, hasta asesinatos y desapariciones.[1] Sin embargo, no todas las reacciones de rechazo fueron motivadas por la alegada “amenaza” o “infiltración” “comunista” que este movimiento representaba. En ese sentido, nos topamos con una excepción: Cuba. En este país hermano, el rechazo inicial a la teología de la liberación pareció basarse en la carencia de un auténtico planteamiento revolucionario, en una ambivalencia discursiva, su influencia europea, y el excesivo ropaje católico que —según los teólogos protestantes cubanos— esta reflexión tenía.
Precisamente, en este artículo que constará de cinco entregas, daremos una mirada en contraste sobre cómo fue recibida la teología de la liberación en el contexto cubano y puertorriqueño, las razones que se esbozaron para sustentar esas reacciones, y cómo se pudieron zanjar las diferencias entre la teología de la liberación suramericana y la teología en revolución cubana.
Introducción:
Jorge Pixley[2] relató en el libro Panorama de la Teología Latinoamericana que en varias visitas realizadas a Cuba pudo percatarse de un rechazo por parte de los teólogos que apoyaban la revolución hacia aquella reflexión teológica que de forma eventual recibió el nombre de “teología de la liberación”[3]. Tal dato me tomó por sorpresa, pues si algo se ha reconocido en ella es su carácter contestatario y reivindicador. Abonó mi curiosidad el poco detalle que ofreciera el teólogo nicaragüense sobre las razones esbozadas para tal rechazo, y la resistencia de los teólogos cubanos, teniendo en cuenta su experiencia revolucionaria. La situación narrada por Pixley me llevó a la inevitable comparación sobre el impacto de esta corriente teológica dentro del contexto puertorriqueño.
Que la teología de la liberación sufriera un abierto y férreo rechazo por parte de la institución religiosa en Puerto Rico era de esperarse. Sin embargo, su rechazo por parte de los teólogos revolucionarios cubanos fue algo que no anticipaba. Pensando en esto, me resultó interesante que se diera la misma reacción en contextos políticos tan distintos, pero a su vez, por razones considerablemente opuestas. No debemos olvidar que la teología de la liberación latinoamericana vino a servir como un lente alternativo para asumir la realidad que se experimentaba en los países del Centro y Sur América, desarrollando, no solo una visión crítica de la estructura político-económica, sino una militancia que perseguía su transformación, aspirando a inaugurar nuevos escenarios que procuraran el bien colectivo.
La teología de la liberación interpretó la fe cristiana desde la perspectiva de los empobrecidos y oprimidos/as, rompiendo con la tendencia teológica anglosajona de atender únicamente los asuntos estrictamente doctrinales o dogmáticos, además de enfrentar el desafío del escepticismo posilustración.[4] Mientras la teología anglosajona enfatizaba defender lo sobrenatural en un mundo natural y preguntarse dónde está el Dios de la verdad en un mundo de ciencia, la teología de la liberación se preguntó dónde estaba el Dios de la justicia en un mundo de injusticia.[5] Una de las tareas principales de esta reflexión fue iniciar un proceso de concienciación en el oprimido/a para que reaccionase ante su condición, motivándole actuar para transformar su circunstancia.[6]
Para el teólogo brasileño Leonardo Boff, la teología de la liberación fue una respuesta de indignación frente a la pobreza y la marginación.[7] Estas realidades se constituyeron en el punto de partida para el análisis sobre la situación de escasez y dependencia en el continente. Para el también teólogo católico Hugo Assman, si la teología no atendía los dolores que experimentan los pueblos, esta entonces se convertiría en sinónimo de cinismo.[8] Como ya he planteado, en este trabajo intereso acercarme a estos dos procesos en las islas caribeñas de Cuba y Puerto Rico durante el periodo que transcurrió entre los años 1964 al 1975, con el fin de explorar las reacciones que provocó y los desafíos que presentó la teología latinoamericana de la liberación en ambos escenarios. Prestaremos atención a las razones que fueron esbozadas inicialmente tanto en el contexto cubano y puertorriqueño para el desarrollo de una mirada suspicaz y sospechosa hacia esta reflexión, y, en el caso de Puerto Rico, exponernos al testimonio de una persecución sistemática orquestada tanto por los aparatos del Estado (puertorriqueño y estadounidense) hacia laicos y ministros por afirmar y cultivar tales ideas.
Este trabajo es impulsado por una nostalgia que rodea una historia común entre estas dos islas. Como bien lo plasmó aquel poema de la revolucionaria puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió y luego cantada por el poeta cubano Pablo Milanés, Cuba y Puerto Rico son de un pájaro, las dos alas[9]. Desde el siglo XIX les unen a estas dos islas esfuerzos emancipadores: de España primero, luego de los Estados Unidos. En el transcurrir histórico, Cuba logró una independencia real de los intereses estadounidenses en su territorio, mientras que en Puerto Rico se consolidó un dominio político estadounidense que penetró en profundidad cada aspecto de su vida política, social, cultural, económica y epistemológica.
Nos proponemos, al comparar ambos procesos, mostrar, por un lado, cómo la dimensión religiosa sí tiene injerencia en los asuntos político-sociales de cualquier país aunque se piense lo contrario, cómo a su vez los escenarios políticos también moldean el imaginario religioso de una sociedad, y por el otro, apreciar también la forma en la que las interpretaciones teológicas pueden servir para deslegitimar un orden que atente contra el bienestar socio político y económico de los pueblos.[10] Finalmente, pondremos nuestra atención en comparar tanto las diferencias de ambos procesos en contextos políticos distintos, como las similitudes que puedan percibirse y constatarse. En la última entrega de este artículo, reflexionaremos sobre cómo se puede re-imaginar una teología de la liberación en nuestros tiempos, teniendo en cuenta el auge y asenso de partidos políticos de extrema derecha, y la complicidad de los grupos y sectores fundamentalistas en esa toma del poder.
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[1] Sobre esto último, recordamos el famoso “Informe Rockefeller” para el año 1969, y los asesinatos de Mauricio López (Argentina), Augusto Cotto y Oscar Romero (El Salvador), Ignacio Ellacuría (España), entre muchos otros/as.
[2] Jorge Pixley fue un reconocido y estimado teólogo nicaragüense, hijo de misioneros estadounidenses y educado en la Universidad de Chicago. Se especializó en el área de exégesis bíblica, particularmente en estudios del Antiguo Testamento. Fue profesor y decano del Seminario Evangélico de Puerto Rico durante la década del 60 y primeros años de la década de los 70. Posterior a esto fungió como profesor del Seminario Bautista de México, realizando aportaciones significativas en el desarrollo del pensamiento teológico liberacionista, especialmente en el contexto protestante. Entre esas aportaciones podemos destacar el encuentro de teólogos celebrado en México en el mes de octubre del año 1977. Pixley tuvo que presentar su renuncia forzada como profesor del Seminario Evangélico de Puerto Rico en el año 1975 ante las presiones ejercidas por su junta de directores por desarrollar una lectura teológica liberacionista y descolonial.
[3] Jorge Pixley, “Una vida sorprendida por la gracia,” en Panorama de la teología latinoamericana: cuando vida y pensamiento son inseparables. Juan José Tamayo y Juan Bosch, editores (Navarra, Verbo Divino, 2002), pp 454-455.
[4] Sinclair B. Ferguson, David F. Wright, J.I. Packer, Nuevo Diccionario de Teología. 3era Ed. (Texas, Casa Bautista de Publicaciones), 2001, p. 910.
[5] Ferguson, Wright y Packer, Nuevo Diccionario de Teología, pág. 911.
[6] Richard S. Taylor, J. Kenneth Grider, Willard H. Taylor, Diccionario teológico Beacon. 1era Ed. (Kansas, Casa Nazarena de Publicaciones), 1995, p. 675.
[7] Hugo Assman, Teología desde la praxis de la liberación: ensayo teológico desde la América dependiente (Salamanca, Sígueme, 1976), p.
[8] Rosino Gibellini, La teología del siglo XX, 2 Ed. (Santander, Sal Terrae), 1998, p. 374. Citado en: José Laboy Gomez, Practica Pastoral de la Teología Católica de la Liberación en Puerto Rico y su persecución durante los años 1960-1970.
[9] Pablo Milanés, De un pájaro las dos alas, 1978. Esta canción se basó en el poema Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas escrito por la líder revolucionaria Lola Rodríguez de Tió. Fue periodista y miembro del movimiento revolucionario que organizó el intento más importante para liberar a Puerto Rico a finales del siglo XIX conocido como “El Grito de Lares”.
[10] Samuel Silva Gotay, El Pensamiento cristiano revolucionario en América Latina y el Caribe: Implicaciones de la Teología de la Liberación para la sociología de la religión. 3era Ed. (Rio Piedras, Ediciones Huracán, 1989), p. 18. Independientemente de si Dios existe o no, los cristianos sí existen y pueden “legitimar” un modo de producción en una formación social dada, o pueden “deslegitimarlo” y unir su fuerza ideológica a la lucha por su transformación.