Posted On 30/08/2024 By In Biblia, portada With 539 Views

La Biblia y la Violencia | Oscar García

La Biblia contiene muchas historias hermosas y versos que pueden ser muy inspiradores, como los que se comparten en algunos grupos de WhatsApp todo el tiempo. Pero si somos honestos, hay otras historias y versos que no parecen tan inspiradores. Algunos de estos, en el menor de los casos, nos incomodan. Otros, pueden causarnos profundas crisis de fe.

El tema de la violencia es un ejemplo de esto. Sí, hay historias en la Biblia que incluyen una violencia tal que, si fueran películas en el cine, no llevaríamos a nuestros hijos a verlas. De hecho, algunos de nosotros tampoco las veríamos. Quizás hasta protestaríamos por que se muestre tal contenido.

Pienso que el tema de la violencia en la Biblia es uno de los más complejos de abordar. Cualquier respuesta simplista no hace justicia a esa realidad. Reconozco entonces que en estas breves palabras no voy a resolver el problema. Sería irresponsable de mi parte pretender lo contrario. Lo que sí pretendo hacer es hablar un poco de “dónde estoy” o cómo he reflexionado sobre el tema. Espero que al hacerlo, pueda estimular a otros a conversar al respecto. Después de todo, para muchos (y me incluyo), la teología es más acerca de la conversación, que de las conclusiones perfectas a las que tratemos de llegar.

Antes que nada, amo la Biblia. La leo y estudio con frecuencia. También la enseño en el contexto de la iglesia y el seminario. Es mi amor por la Biblia, Escritura inspirada por Dios, que fue a su vez, escrita por personas en momentos y circunstancias muy distintas a las mías, lo que me obliga a un acercamiento profundo y responsable al texto. Dicho acercamiento reconoce que la Biblia no es siempre lo que yo quiero que sea, sino lo que es. Se trata de estudiar la Biblia en sus propios términos. Esto no es tarea fácil.

Este anhelo de un estudio diligente me ha llevado a interactuar con distintas lecturas, escritas por autores diversos, tanto hombres como mujeres, de diferentes tradiciones cristianas (católica, ortodoxa y protestante), especialmente desde los márgenes de la sociedad. Esto me ha ayudado y retado a darme la libertad de considerar la Biblia y su contenido desde diferentes ángulos.

Antes de presentar los tres posibles acercamientos a estos textos, quisiera dar unas ideas como punto de partida.

En primer lugar, no debemos leer estos pasajes como incidentes aislados, sino que, como con cualquier texto, debemos considerar su contexto inmediato, así como su lugar en la historia bíblica completa. Segundo, es importante reconocer que estas historias se escribieron en unas circunstancias muy distintas a las actuales. Algunas cosas que suenan escandalosas para nosotros hoy, quizás no lo eran para alguien en la antigüedad (y viceversa). Por último, aunque toda la Biblia se considera como parte de la revelación acerca de quién es Dios, como cristianos afirmamos que Jesús es quien nos da a conocer a Dios de manera completa. Jesús es nuestro lente interpretativo para toda la Biblia. Quiere decir que no podemos leer ningún pasaje de la Biblia sin considerarlo a la luz de la persona y obra de Jesús.

Bueno, pasemos, entonces, al tema en cuestión. Cuando pienso en la violencia en la Biblia, creo que existen al menos tres casos distintos.

En ocasiones, alguna historia bíblica narra eventos o circunstancias violentas, y Dios aparece en oposición a tal violencia, y en defensa de las víctimas (podemos pensar en el relato de Caín y Abel).

En otros casos, la violencia viene de manos del pueblo de Dios, convencidos de estar haciendo su voluntad, aún si el texto no es explícito en decir que Dios ordenó tal cosa (como en Jueces 3 cuando Aod libera a los israelitas).

En un tercer y último caso —en mi opinión, el más complejo—, Dios aparece dando la orden de llevar a cabo un acto violento (como en el caso de David derrotando a los filisteos en 2 Samuel 5) o anunciando que él mismo será quien traiga tal destrucción (podemos pensar en el relato de Noé y el arca).

Este es el caso al que le dedico las siguientes líneas. ¿Cómo manejamos esto? Les propongo tres posibles opciones, que a su vez influencian nuestra manera de entender la obra de Jesús, como nuestra expectativa escatológica.

 

Las opciones parecen ser:

1) Si Dios lo ordenó, y creemos que es santo y su carácter es bueno, alguna razón tiene, nosotros no somos quienes para cuestionarlo. Esta perspectiva afirma que la violencia puede tener un aspecto redentor.

Si Dios ordenó tal acto, quiere decir que era lo justo. Las víctimas eran merecedoras de tal cosa. Nosotros, como seres finitos y pecadores, no tenemos la autoridad para decir qué puede o no hacer Dios.

De hecho, podemos explicar el sacrificio de Jesús como la expresión de esa violencia, pero en este caso del Padre al Hijo. Es decir, Dios Padre mata (o al menos ordena o requiere) la muerte de su hijo, Jesús. Según esta perspectiva, Jesús sufre lo que todo ser humano merecía sufrir de manos de Dios. Así entonces hay posibilidad de salvación, creyendo en su sacrifico en sustitución del nuestro.

Finalmente, se tiende a afirmar que será la misma violencia de una guerra final, donde una vez más se destruirá a todo aquel que no haya creído en Jesús. Esta vez, de una vez y para siempre.

De esta forma, la violencia divina en la Biblia se explica como la manera última en la que Dios lidia con el problema del pecado y el mal. Dios usa la violencia con un propósito redentor.

2) La segunda, sería afirmar que, en el testimonio bíblico, Dios cambia su manera de tratar el pecado y la maldad. Va de un Dios que originalmente exige la muerte violenta de aquellos opositores, a un Dios que provee un sistema de sacrificios sustitutos para perdonar (algo o alguien todavía debe morir) y, por último, a un Dios que se convierte en tal sacrificio (Dios toma el lugar de ese que debe morir).

Este sacrificio (la muerte de Jesús en la cruz) puede también entenderse aquí como la violencia dirigida del Padre al Hijo, como en la perspectiva anterior. Sin embargo, esta perspectiva abre paso a un entendimiento distinto de la cruz. En este caso, en lugar de ser otra muestra de la violencia divina (redentora), puede verse como la violencia ahora asumida o recibida por Dios de manos de la humanidad. Es decir, no necesariamente es Dios Padre quien mata a Jesús, sino que en Jesús, Dios se convierte en víctima de tal violencia.

Este cambio en la manera de lidiar con el mal parece poner en conflicto la conocida doctrina de la inmutabilidad de Dios, que afirma precisamente que Dios no cambia. La única respuesta a esto sería que, de alguna manera, sin cambiar su carácter y santidad, esa inmutabilidad permita la diferencia en ese trato del pecado y la maldad.

Considerando el tema de la escatología, algunos creen que el cambio permanece, y Dios ya no usará más la violencia, ni siquiera en el final. Para otros, la esperanza recae en que Jesús “primero vino como cordero, pero al final vendrá como león” (esta frase no es bíblica, pero la escuché muchas veces). Se refiere a que, aunque es cierto que en su primera venida Jesús no mostró esa violencia, al final sí lo hará.

3) La tercera opción que veo es reconocer que en el texto no se observa o se da necesariamente la progresión de quién es Dios, sino la progresión del entendimiento del pueblo de Israel acerca de quién es este Dios. Esta progresión de dicho entendimiento culmina y se perfecciona en la persona de Jesús.

Desde esta perspectiva, cuando Dios ordena tal uso de la violencia (aún con propósito redentor), no necesariamente se ve como que fue Dios que lo ordenó, sino que es posible que fuera lo que el pueblo entendiera que Dios ordenaba. Después de todo, así eran los dioses de todas las naciones (o la mayoría) que los rodeaba. Era algo normal, nada escandaloso para ellos.

Esta perspectiva pone en conflicto la manera de comprender la inspiración del texto bíblico, o doctrinas como la inerrancia de las Escrituras. La primera afirma que Dios se aseguró de que lo que se escribiera fuera solo lo que él quería, y para algunos, la segunda viene como consecuencia: “un Dios perfecto solo puede producir un texto perfecto”. Pero cabe preguntarse si estas definiciones son las únicas (o mejores) para hablar del texto bíblico.

Podemos peguntar: ¿es posible que Dios haya permitido que se escribieran relatos que muestran a un Dios violento, aún si eso no es así? ¿Podrá ser que Dios apostó a que eventualmente su entendimiento acerca de Dios se iría perfeccionando hasta la llegada de Cristo?

¿Será posible que Dios permitiera que el texto reflejara errores en el proceso de este pueblo conocerle? ¿No parecen los profetas del AT y luego Jesús en los evangelios reclamar al pueblo las maneras en las que no han comprendido bien el carácter de Dios?

En esta tercera perspectiva, se afirma que Dios no es quien usa la violencia de manera redentora, sino que somos nosotros los que la usamos y hasta la proyectamos a Dios, haciendo a Dios más a nuestra imagen que nosotros ser conformados a la suya.

Desde esta perspectiva, Jesús no nos muestra a un Dios que exige su muerte violenta en nuestro lugar, porque era lo que nosotros merecíamos, sino que presenta a Jesús como Dios poniéndose en el lugar de la víctima de violencia, y destruyendo ese sistema “desde dentro”. La muerte de Jesús en la cruz, a manos del imperio más poderoso de su tiempo, expone el fracaso de la civilización humana. Somos capaces de matar al hijo de Dios. Pero también nos muestra al Dios que, en lugar de destruir a sus enemigos, muere en sus manos, apelando por su perdón.

Entonces la resurrección de Jesús parece ser la última demostración del poder del bien sobre el mal, especialmente a los que piensan que la violencia siempre tendrá la última palabra.

Por último, sobre el tema de la escatología, esta perspectiva mira al futuro con esperanza, no en una gran guerra donde una vez más Dios destruirá violentamente a todos sus enemigos, sino en la renovación de todas las cosas, en el triunfo completo del bien. Un final en el que aquello que será destruido es la maldad, la injusticia, la muerte, y la violencia misma.

En fin, la violencia en la Biblia es un tema complejo de manejar, pero no creo que podamos ignorarlo. Como ya establecí, amo la Biblia. Mi acercamiento no pretende proponer una visión menor de ésta. Todo lo contrario, mi anhelo es hacerle justicia al texto. Después de todo, con todo lo que amo la Biblia, amo mucho más al Dios revelado en sus páginas.

Habiendo considerado esas opciones, ¿cuál te satisface más? ¿Te animas a proponer otra?

 

Oscar García
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