Posted On 30/09/2022 By In Opinión, portada With 935 Views

Predicadores del “camino estrecho” | Ignacio Simal

«Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Este es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores”» (Mt. 11:19 NVI)

«Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella», dijo en una ocasión Jesús (Mt.7:13). Esa ha sido una enseñanza mal usada, hasta la saciedad, por los que califico como «predicadores del camino estrecho». Predicadores del miedo, cuyo dios es su propia vida, calificada de «santa», y que, como aquel fariseo de la parábola evangélica, dan gracias porque no son «como los demás hombres» (Lc. 18:11). ¡Cómo les gusta subrayar la inmoralidad del mundo en el que viven, y la presunta ausencia de santidad de sus hermanos y hermanas!

Es necesario subrayar cómo veían a Jesús los campeones de la piedad, la santidad y la ley de Dios. De él decían, «es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores». ¡Una descalificación en toda regla! A ojos de los adalides de la Ley y la santidad, los fariseos, Jesús era visto como un caminante del «camino ancho», y ellos, obviamente, era los que entraban por la «puerta estrecha» de la ley y la piedad.

De ellos, de fariseos y escribas, el Mesías dirá, «¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando» (Mt. 23:13). He ahí la tragedia de los adalides de la «santidad», ni entran ellos, ni permiten que entren «los cansados y cargados», a aquellos que el mismo Jesús ofrece descanso (Mt. 11:28).

Sí, el camino de Jesús es «estrecho»; es estrecho porque camina contracorriente del mundo, y de la religión mayoritaria, esculpida a golpe de mandamiento, amenaza y juicio. Los pretendidos transeúntes del camino estrecho te invitan a entrar por la puerta de la gracia de Dios, y te encuentras –sin saber cómo– con «cargas pesadas y difíciles de llevar» que ellos, bien lo saben, «ni con un dedo quieren moverlas» (Mt. 23:4). Esa es la gran tragedia de ese tipo de religión que ignora, de facto, la gracia, la misericordia y la bondad del Dios que se hizo carne en Jesús de Nazaret.

Por mi parte, –espero que también por la vuestra–, prefiero transitar por el camino «estrecho» de Jesús, que por el camino «estrecho» de los escribas y fariseos del siglo XXI. Nuestra buena noticia, nuestro Evangelio, dice: «venid a Jesús, todos los que estáis cansados y cargados, y él os hará descansar» (Mt. 11.28). Y así, cuando entramos en el espacio donde el Resucitado está, no podemos por menos que abrazarnos a él, y decirle, «hemos pecado contra el cielo, contra ti». Y a partir de ahí, un nuevo horizonte se abre ante nosotros, el horizonte de la gracia y el descanso, el que nos restaura a la humanidad según Dios. A partir de ahí, comenzamos a entender lo que significa «amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo» (Lc. 10:27). Y así entramos, indubitablemente, en el camino estrecho de Jesús; camino que nos conduce a la vida. ¡Aleluya!

 

Sola gracia. Solo Cristo

Ignacio Simal Camps
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