Presentación del libro:
Bautismo à la chilaquil; celebración de la igualdad y diversidad aquí y ahora,
de Eliseo Pérez Álvarez, Ciudad de México: Casa Unida de Publicaciones, 2025.
Por Agro. Kelmadis Pérez Rivera, M.A.R.
1 de marzo de 2025, Iglesia Evangélica Unida, calle Arzuaga, Río Piedras, Puerto Rico.
Todavía no sé bien cómo es que estoy aquí, presentando este libro del querido profesor Eliseo Pérez Álvarez. Sus apellidos siempre me recordarán a mi abuelo paterno, el reverendo Justino Pérez Álvarez. Y hasta comparten algo de esa esencia indígena en su físico. Más que agradecida y honrada que Eliseo me considerara para esta ocasión, que hoy celebramos en el templo de la Iglesia Evangélica Unida en la calle Arzuaga. Iglesia en la que fueron pastores los reverendos Moisés Rosa Ramos y Jorge Bardeguez Román, quienes fueron figuras importantes en mi desarrollo humano pleno en mi niñez y adolescencia. Por esto, y mucho más, es para mí un honor y una bendición poder presentar y celebrar este “libro de bolsillo” (p.2) y gran libro.
Quiero empezar por la portada del libro. Quién me iba a decir que todavía hay gente que juzga el libro por su portada. Portada que encuentro súper chula y les comparto por qué. Porque en esta época en que se censuran los buenos libros, no pienso dedicarle tiempo a quienes todavía nos juzgan por lo que ven.
¿Qué vi la primera vez? Vi el rostro de Catarina, junto al de su esposo, en un solo cuerpo y esa expresión que conozco muy bien de cuando se come algo picoso o picante. También vi el nombre de una mujer a la que admiro: Catherine Gonsalus González, la bautizadora, o autora del prólogo. Luego de empezar a leer, también cobré conciencia del plato de chilaquiles servido en la pila bautismal gigante de Zinacantepec (cerro del murciélago en náhuatl), en el valle de Toluca del estado de México.
Acto seguido, al abrir el libro, me encuentro una receta de chilaquiles. O sea, yo, que vengo de una familia en la que se cocina no solo para llenar la panza, sino también para alimentar todo el ser, encontrarme la receta fue un momento mágico. Ver que en ese número 1 dice “12 tortillas de maíz viejas” me hizo pensar en las cosas que mis abuelas y bisabuelas se inventaban para que nada de comida se perdiera.
Regresemos una vez más a la portada. También me di a la tarea de preguntarle a mis amistades mexicanas qué es eso de “à la chilaquil”. He aquí algunas de las respuestas de fuentes primarias: “la expresión se utiliza de manera metafórica para describir una acción que se realiza de manera rápida y sin mucho esmero. Algunos ejemplos de cómo se podría utilizar esta expresión son: Me hizo el trabajo a la chilaquil y ahora tiene errores por todos lados’. ‘La comida estaba hecha a lo chilaquil, pero sabía bien’”. “En general, la expresión ‘a lo chilaquil’ se utiliza para describir algo que se hace de manera rápida y sin mucho cuidado, pero que puede ser suficiente para el propósito que se busca”. Por lo tanto, otro título para este libro pudo ser “Bautismo 101”, “Bautismo for dummies” o “Bautismo para principiantes”, pero me consta que fue escrito con mucho cuidado. Si fuéramos a darle un nombre a lo boricua, yo le pondría “Bautismo à la corned beef”. ¡Ya! Terminé con la portada.
Luego de la dedicatoria al obispo luterano emérito Francisco Sosa, “Paquitín”, me encuentro con el primer chile sonriente, y los textos gráficos de la artista Verónica Sofía Ramos Mercado, los cuales invitan reflexionar empezando con este: “algunas iglesias solo son buenas para: cachar-bautizar, matchear-casar y petatear-sepultar”. En seguida, con su particular agradecimiento, Eliseo nos regala ¡el bolo! A las feministas las honra empezando con la portada, y ahora, ¡la nerda en mí brinca de alegría con el glosario al principio del libro! ¡Maravilloso!
Luego nos encontramos con la parte titulada “De la gran comisión a la gran omisión”, o la introducción del libro. Y las provocaciones a reflexionar sobre lo que Verónica y Eliseo quieren traer no se hicieron esperar. No puedo continuar con esta presentación sin leer el texto bíblico que hilvana todo este escrito: Gálatas 3:26-28 (NTV)
Pues todos ustedes son hijos e hijas de Dios por la fe en Cristo Jesús. Y todas las personas las que fueron unidas a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva. Ya no hay judía ni gentil, esclava ni libre, hombre ni mujer, porque todas ustedes son una en Cristo Jesús. (paráfrasis mía)
Nos dice Pérez Álvarez sobre este pasaje bíblico y el bautismo: “el anuncio de libertad que Pablo pone por escrito …era como un plato de chilaquiles picosito para infinidad de paladares. No se trataba de una libertad metafísica en el olimpo griego, …sino de una emancipación de las cadenas mundanas en la plaza pública” (pp 3-4). Eliseo nos propone, entonces, que saboreemos la fórmula bautismal original como la cura contra la imbricación de opresiones —de clase, raza, género, geopolítica entre otras sesenta y siete nombradas (p. 5)— “en el aquí y ahora y no en el allá y entonces” (p. 7).
Ese “aquí y ahora” lo divide en las tres secciones principales del libro. En la primera “No hay más persona judía ni griega” comienza hablando del bautismo de agua que practicó Juan el Bautizador para “lavar” los pecados, y de cómo Jesús “voluntareó para bautizarse” como muestra de solidaridad. Pero él estableció “el Bautismo del Espíritu que nos hace nacer de nuevo al emerger a una vida comprometida con la justicia social para el aquí y el ahora. Asimismo, el Galileo experimentó los bautismos de lágrimas y de fuego” (p.10).
Dentro de los tres principales temas de esta primera parte (imperialismo, culturalismo y militarismo) quiero detenerme brevemente en dos del culturalismo: dietismo y monolingüismo. Sobre el dietismo, Pérez Álvarez nos aclara que no se trata de los mega negocios que existen con tantas dietas mágicas y costosas. Más bien nos incomoda a reflexionar sobre el “imperialismo culinario”, o sea, de consumir lo que el capitalismo salvaje de la producción agrotóxica nos impone.
“Como elemento —de vida o de muerte de toda cultura— el alimento es primero” (p. 18). Por eso los diferentes imperios han buscado destruir y demonizar aquellos cultivos tradicionales y los “comestibles y bebestibles” propios de cada cultura. Eliseo nos recuerda el caso de la milpa. En Puerto Rico hablamos de la tala, allí donde el recao crece junto a otras hierbas, y el maíz, la habichuela y la calabaza se entrelazan como las hermosas Tres Hermanas. Esa mal llamada “agricultura de subsistencia”, es ahora mismo, la agricultura de resistencia que muchas personas estamos practicando en el archipiélago boricua. Esta agrónoma y agricultora agroecológica está muy consciente de la maldad que el imperialismo, culturalismo y militarismo ha traído a nuestro país, incluyendo el alimento físico.
“Los imperios solo saben de una manera de pensar (¡qué presumidos!), comer, vestir o hablar.” (p. 26). Para ilustrar este tema, utiliza la historia de “La Malinche” o La Malintzin o Malinnalli. A ella, que la recordamos principalmente por haber sido intérprete de los conquistadores, la bautizaron a la chilaquil, a la prisa, a la trágala, para poder violarla y no crear “yugo desigual con los infieles” (p. 59). Lo mismo hicieron con muchísimas mujeres, indígenas y africanas. Hoy día, ¿a cuántas personas no bautizamos a la prisa, a la chilaquil, para violentarles su dignidad y aprovecharnos de lo que nos puedan dar? ¿Cuántas Malinches bautizamos en nuestro tiempo? Estas serían mis preguntas para el “Confusionario” (p. 39) de esta primera sección.
La segunda sección —No hay más persona esclavizada ni libre— nos habla principalmente sobre el clasismo y el racismo. En este apartado, el autor nos propone que entendamos el sacramento del bautismo “con todas sus imbricaciones sociopolíticas” en el que las “múltiples opresiones estructurales son como un nudo” donde se interrelacionan, pero hay que nombrarlas para erradicarlas. El autor nos recuerda: “La iglesia cristiana en su mayoría no está practicando su bautismo” pues … “el bautismo cristiano trasciende a la biología, la nacionalidad, raza, o para acabar pronto, al poder y control de parte de la gente mandona” (pp. 54-55).
Eliseo nos recuerda que para Martín Lutero “el bautismo no consiste en un pasaje gratis para ir al cielo. Más bien es un parteaguas existencial, un episodio para ser actualizado cada día en la lucha por la justicia social” (p. 47), además de la justicia ambiental, económica, cultural, racial, todo lo que parecen ser malas palabras en estos días. Y reclamarlas, ¡peor aún!, un acto casi terrorista. Si ya te has bautizado y si te lavaste la cara esta mañana, renovaste tu bautismo y tu compromiso con la justicia social. Porque el mismo Eliseo nos recuerda que “con todo y ello, el bautismo cristiano es el antídoto contra el sistema depredador de la Pachamama, y la celebración de la igualdad y diversidad en el dominio cósmico” (pp. 64-65).
Les invito a que contesten el Confusionario de esta sección, en la página 68. En especial a que hagan el ejercicio #3, donde pueden sustituir “racial” por “mujer”, “personas solteras”, “nacionalidad”, etc.
¡Por fin llegamos a la tercera sección! “No hay más varón ni mujer”, contrario a lo que muchos quisieran o piensan, no es una apología de nuestra gente hermana LGBTTQIA+. En esta sección más bien Verónica y Eliseo nos recuerdan, con datos e imágenes, cómo el heteronormativismo, el familismo y clericalismo, por demasiado tiempo ya, han ido en contra de todo lo que no sean “hombres heterosexuales, libres, judíos, con propiedades”, cómo era lo normal del patriarcalismo para concentrar el poder en sus manos (pp. 72-73). En nuestra época, esta lista del patriarcalismo incluye: hombres heterosexuales, blancos, occidentales, misóginos, megalómanos y multimillonarios.
“Bautismo à la chilaquil” nos recuerda también que la Biblia incluye sobre 20 tipos de familias (p. 77) y que al concentrarnos en el modelo de la ‘sagrada familia’ en realidad hemos convertido, con el mal uso del bautismo, en la ‘sangrada familia’”. Por lo que nos invita a que, como hoy hacemos aquí, “en todo lugar y tiempo donde dos o más personas cuiden amorosamente de ellas mismas y de sus comunidades, esas son sagradas familias” (p. 79). En estas sagradas familias caben todas las personas LGBTTQIA+, pues como bien nos recuerda, “Europa no trajo la homosexualidad a Abya Yala; trajo la homofobia” (p. 75).
Quiero terminar con esta cita del libro: “La cristiandad occidental primero nos deshumanizaban, así justificaban nuestro bautismo —de indígenas, negros, mulatos, zambos, etc. — el cual nos blanqueaba con una identidad impuesta” (p. 59). Por mi trabajo de agrónoma, donde cada día me pinta más el sol caribeño, yo voy cuesta abajo en este sistema. Mi respuesta a esta mala intención de ayer y hoy, sale de nuestra poetiza Julia de Burgos:
Tú eres sólo la grave señora señorona; yo no,
yo soy la vida, la fuerza, la mujer.
Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a
todos en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.
Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.
“Renovemos nuestro bautismo hasta sudarlo bonito”[1].
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[1] Paráfrasis del final de la receta chilaquiles
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