Posted On 21/10/2010 By In Opinión, Teología With 2462 Views

Las comunidades cristianas: un camino de llegada a la interculturalidad

“Ya no se distinguen judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer pues con Cristo Jesús todos sois uno” (Gal. 3,28) (VBP)

Definiciones y contextualización

Cuando se alude al fenómeno de convivencia y confrontación entre culturas se usan las expresiones multiculturalidad o interculturalidad. La expresión Interculturalidad, sugiere la idea, acertada de que hemos de procurar una interrelación entre  culturas y no solamente el simple hecho de yuxtaposición de culturas; no solo coexistencia sin comunicación real,  como en el caso de lo  multicultural. La interculturalidad por tanto, sugiere interacción, diálogo de participantes de diferentes culturas, desde la igualdad y reconocimiento de los derechos civiles, políticos y sociales;  lo que requiere un esfuerzo por comprender al otro… para enriquecimiento mutuo.

Las sociedades occidentales, las llamadas  “avanzadas” han dado pasos en relación a como ver y valorar a las “otras culturas”.  Para los 60´s la actitud era egocéntrica, partiendo de que los extranjeros poseían una cultura inferior de la que solo debía aprovecharse lo mejor, era por tanto,  una especie de asimilación de las culturas. En los 70´s se superó esta actitud y modelo,  y se suplantó por dos presupuestos: 1) la no jerarquización de las culturas;  no supremacía, solo diferencias entre individuos de diversas culturas;  lo que es igual a supresión de toda idea de inferioridad la que llevaba implícita la idea de “superioridad de raza” 2) valoración de todas las culturas, como fuente de enriquecimiento mutuo y ayuda para lograr el desarrollo cultural de todos los individuos. Se pasa de la asimilación, a la tolerancia y de ésta al reconocimiento.

Lo anterior solamente está en el pensamiento antropológico, sociológico y educativo; ya lo que llega al inconsciente colectivo es “…ojo, invasión, militarización, peligro, enemigo a la vista”.  (Santamaría, E., 2002). Aunado  a la realidad cada vez más cruda, sobre políticas de inmigración y trabajo, en la mayoría de los países so pretexto de la “crisis internacional” se promueve más un trato con  tintes racistas a los migrantes que de acogida, de lo que muchas de nuestras iglesias no se salvan. Tal vez ni siquiera se requiera a un extranjero para darle un trato desigual, sino basta que sea indígena, de cualquiera de los 47 grupos (México);  o andaluz, gitano,  etc. (en el caso de España) o Apaches, Sioux o Cheyennes, negro,  etc. (Canadá y EUA), pues otra cuestión es cierta: existe una asociación  directa de etnia al nivel socioeconómico y cultural de las personas, lo cual llega a constituir “barreras” (racismo y clasismo) que impiden muchas veces fraternidad y empatía en nuestras comunidades cristianas.

La presencia del otro, interpela: imperativo de respuesta social (religiosa)

En las bases de la antropología bíblica está el que el ser humano ciertamente es un individuo, pero no puede vivir solo, necesita del “otro” de la comunidad.  En el contexto del primer pueblo de Dios, se ve esa connotación que va más allá del individualismo, eran los:  am-há-ârets (hijos/pueblo de la tierra). Por lo cual tenían muy claro su lugar, eran extranjeros y comunitarios. La asociación directa con el extranjero, es tal que dentro de las normativas a seguir, está incluido la invitación a recordar: “vendrá el extranjero –el inmigrante-,  el huérfano y la viuda y comerán y serán saciados” (Dt. 14,29). “Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero… y lo amarás como a ti mismo”. (Lv. 19:34). El amor hacia el “otro” (al diferente) se presentaba y se consideraba un imperativo.

A partir de esta premisa, llegamos en la historia, mil años más adelante, con Jesús, el cual por supuesto, recoge todo ese bagaje en la ética del Reino (de Dios).  Y los enriquece con el amor, la fe y la esperanza.

Si Babel es el ícono de la incomunicación, de la dispersión, total desamor e incomunicación entre  los seres humanos; como contrapartida se nos presenta el Pentecostés: “lenguas de fuego”, ícono del entendimiento en la diversidad, la vuelta a la comunión (op.cit., 18). Las lenguas ya no eran problema como en Babel : “cada uno les oía hablar en su propia lengua” (Hch. 2,11). Se había eliminado la barrera del lenguaje, de la etnia, de la nacionalidad,  de las diferencias culturales. Es a partir de ahí, que esta nueva comunidad, “los del camino”, se  declina a favor del ser humano en su necesidad de Dios, único tamiz de reconocimiento y pertenencia.

Ciertamente, ninguna de las instituciones existentes hoy en el  mundo habrá enaltecido la dignidad humana más de lo que ha hecho la  comunidad cristiana. Por el hecho de poner a la conciencia humana directamente delante de Dios; por contemplar al hombre como imagen y semejanza del Misterio absoluto; por considerarlo hijo de Dios, hermano de Jesucristo…por estas y otras razones, la Iglesia puede elaborar una concepción del hombre en la que destacan su dignidad y su inviolable sacralidad. Esta realidad antropológica fundamenta unos derechos inalienables, por ser primigenios, y establece unos impreteribles deberes de respeto, tan radicales que, ante la causa del hombre, la Iglesia entiende hallarse ante la causa de Dios (Boff, L. 1992: 63).

A partir de esta nueva forma de ver la experiencia comunitaria en la fe es que se desprenden todo tipo de reflexiones y prácticas que  manifiestan claramente que el nuevo tiempo ha llegado, la era del amor sin distingo se hace presente en el mundo, que aún es y será capaz de derribar las barreras de odio y alienación y muerte humana, la esperanza en un mundo  mejor significa soñar la utopía del Reino de Dios. Reflexiones como: “el Inmigrante busca oportunidad de vida: busca lugar en el mesón”. Si la Iglesia le da la espalda es como dice Juan Simarro: “Es como volver a dejar a Dios en la exclusión  del pesebre por no haber lugar para Él ( 2008: 34).

La espiritualidad cristiana  se vive en la comunión con el “otro”, no importa de donde venga; sin prepotencias ni marginaciones, pues todos somos hijos e hijas del mismo Padre. Por lo tanto nadie debe sentirse extranjero [o extranjera] [en la reunión con “los otros” y menos] en la casa de Dios  (op.cit:: 51).

Es Jesús el paradigma a seguir,  ejemplo de tolerancia, respeto,  amor al prójimo. El que nos hace saber que  hijos e hijas del mismo Dios somos todos y todas,   sin diferenciación de culturas (etnia), clase social y género (sexo) por medio de su hijo (Gal. 3,27-28). Las diferencias existen para enseñarnos que a Dios le gusta y juega con la diversidad,  es un Dios creativo.  Jesús  el que dijo: “aprendan a ser uno” (Jn. 17,21), fue un diferente, un migrante  a ojos de los “judíos”,  un hombre que viajó constantemente, salió de sus fronteras, de los patrones culturales y religiosos, de las normas sociales para decir que había  llegado un nuevo tiempo; el tiempo de la Gracia de Dios.

Hoy los antropólogos educativos dicen: la multiculturalidad es un hecho presente en nuestra sociedad, mientras que la Interculturalidad es el proyecto al que se aspira.

Podríamos afirmar que: ¿La Interculturalidad ya es concreción y praxis cotidiana en nuestras comunidades de fe?

BIBLIOGRAFIA Y WEBGRAFIA

Aguado Odina, Teresa. (2003) Pedagogía Intercultural. Madrid: mcGraw-Hill/Interamericana de España. 223 págs.

Alcalá del Olmo Fernández, M. J. (2004). Educación  Intercultural. Tendencias e iniciativas de la Unión Europea. Salamanca: U. Pontificia de Salamanca. 255 págs.

Boff, Leonardo. (1992) [tr.portugués:voces]. Iglesia: carisma y poder. Ensayos de eclesiología militante. Santander: SAL TERRAE. 262 págs.

Fornet-Betancourt,  R.(2004).  Reflexiones sobre el concepto de Interculturalidad. Ponencia presentada en México, D.F. para el Consorcio Intercultural de América Latina y asocs. Europeas (presentación por Carlos Zarco Mera).

Fernández Enguita, M. 2001. La educación intercultural en la sociedad multicultural. En Educar en tiempos inciertos. Madrid: Morata. Pp.1-7.

Juliano, D. (1993). Educación Intercultural. Minorías étnicas y escuela. Madrid: Eudema.

Martiniello M. (1995). Culturas, estados, ciudadanos. Una aproximación al multiculturalismo en Europa. En Lamo de Espinoza, Emilio (ed). Inmigración y Construcción Europea: ¿Hacia una ciudadanía multicultural de la Unión Europea? Madrid: Alianza.

Santamaría, E. (2002). La incógnita del extraño. Una aproximación a la significación sociológica de la “inmigración comunitaria”. Barcelona: Anthropos, pp.118-132.

Simarro Fernández, J. (2008). Inmigrantes. El multiforme rostro de Dios. Madrid: CEM y M. E. Urbana. 143 págs.

http://www.larioja.com/20071018/espana/espana-pais-union-europea-20071018.html ( Balín, Mateo: España ya es el país de la Unión Europea con mayor porcentaje de inmigrantes, 9 de Julio de 2009)

https://www.lupaprotestante.com/pdf/ElcastellanoJuanOrts.pdf     22 abril, 2009: Fernando de los Rios)

 http://www.aulaintercultural.org (Bartolomé P. M. 2005. Educación Intercultural y ciudadanía)

http://www.ania.urcm.net/noticia.php3?id=9083&idcat=1&idamb=1(CEAR Comisión Española de Ayuda al Refugiado: historia)

http://www.tt.mtin.es/periodico/inmigracion/201006/INM20100601.htm (Terrón, A. 2010, Inmigración latinoamerica en tiempos de crisis)

Eva Domínguez Sosa
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