Posted On 10/03/2023 By In Opinión, portada With 696 Views

Argumento por un feminismo poco «bíblico» | Marta Vergara

Sabes que un movimiento de justicia social se ha comodificado cuando gigantes textiles venden camisetas con mensajes feministas cuquis hechas por mujeres y niñas explotadas al otro lado del mundo y cuando hasta el neoliberalismo político se apunta a la «mani» del 8M (y no lo digo para dejar en buen lugar a un progresismo que también tiene a mujeres morenas sin contrato limpiando sus casas).

Así, anteayer han surgido incluso movimientos feministas «bíblicos» liderados por mujeres que discipulan en la jerarquía y sumisión de las mujeres a los hombres. Y no solo tiran de doctrinas selectivas, sino también de doctrinas no bíblicas para condenar el aborto, además de arremeter contra colectivos vulnerables y perpetuar narrativas eurocéntricas e islamófobas utilizando a las niñas iraníes como ejemplo destacado, en contraposición a nuestra sociedad cristiana y civilizada sin por supuesto mencionar la pederastia clerical española en la que tanto ahínco se está poniendo en ocultar.

No es de extrañar que no haya ni un resquicio de intereseccionalidad en estos movimientos, ya que se basan en un feminismo hegemónico cuyos orígenes están manchados por el racismo. Y es que mientras mujeres cristianas blancas en Estados Unidos se movilizaban en el siglo XIX para conseguir su derecho a voto, mujeres y hombres negros seguían bajo el yugo de la esclavitud (y los pocos cristianos abolicionistas eran acusados de sembrar división y odio).

Este feminismo cristiano asegura buscar un cambio político a la vez que afirma que «las leyes para conseguir la igualdad y la justicia son importantes pero somos conscientes de que no transforman al ser humano», no vayan a verse en la tesitura de tener que apoyar leyes de partidos políticos «satánicos». Este rehuir de alianzas feministas con mujeres que no tengan su misma opinión en todo, es consistente con su feminismo «bíblico». Es decir, un feminismo basado en unos principios supuestamente religiosos que se busca imponer sobre todas las personas, aunque no profesen dichas creencias. Tan absurdo como suena. Estos movimientos son en definitiva el silo perfecto para actitudes reaccionarias que se ven socialmente forzadas a ampliar su abanico de tolerancia: aceptamos mujer blanca como animal de compañía, siempre que se adhiera al resto de principios opresores. Nunca fue el feminismo, ni el cristianismo, tan mal entendido.

El feminismo “bíblico” olvida que a la primera persona a la que Jesús reveló que él era el Mesías fue una mujer extranjera, divorciada cinco veces y viviendo «en pecado». Y a solas. Y no le dijo «ve y cásate porque es bíblico», sino que en ella cumplió la promesa que Dios hizo a Abraham de hacerle padre de todas las naciones, y ella se convirtió en la primera predicadora del Evangelio a los gentiles. Es el mismo Jesús que en su genealogía lista a varias mujeres extranjeras y de dudosa reputación, al igual que su propia familia, habiendo nacido él en circunstancias no muy católicas. Qué maravillosamente poco bíblica (según nuestros estándares) es la Biblia.

Así de poco «bíblico», hermanas y hermanos, debería ser no solo nuestro feminismo, sino también nuestra fe. Una fe que en su solidez se niega a imponer, igual que Cristo no estimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse ni utilizó su poder para dominar. Un feminismo basado en un cristianismo colonizador e impositivo no es ni feminismo, ni cristianismo.

Marta Vergara

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